Colegio Virgen al Pie de la Cruz

Hoja de reflexión mensual, Junio 2020

EDUCACIÓN-TRANSMISIÓN DE LA FE

MISIÓN COMPARTIDA PARROQUIA-FAMILIA-COLEGIO

 

 Circular nº 082 – 23 de junio de 2020

(Puedes ver esta circular en PDF, pulsando aquí)

                                  

JUNIO

“El espíritu da vida te prepara y se ocupa de ti”

 

Apreciados amigos: hemos alcanzado el mes de junio del año 2020 y esta es la última Hoja de Reflexión del presente curso. No vamos a seguir dando calificativos a este final del año escolar tan atípico pues llevamos varios meses viviendo en la incertidumbre, algo recuperada la normalidad, pero sin saber del todo bien cómo será la continuidad de nuestras costumbres en los próximos meses, incluso el curso escolar siguiente.

Venimos de celebrar la Solemnidad de Pentecostés, final del tiempo litúrgico de Cuaresma-Pascua, y contemplábamos la acción de Dios en el Pueblo que Él se ha escogido para testimoniar, en cada generación, la presencia viva del Resucitado, la cercanía del Dios que es Padre y la sorprendente acción de su Espíritu que nos guía hacia la Verdad plena, derramando dones sobre los creyentes para mostrar el bello rostro de Dios y haciéndonos anunciadores creíbles de la Palabra de salvación en el mundo.

El Espíritu Santo es un don que se da a conocer a quien se abre a su acción. No se impone, se propone, y está deseando ser acogido. Tiene un doble cometido. Por un lado, como buen artesano, nos va ayudando a saber “guardar” las palabras recibidas de Jesús, el que pasó haciendo el bien y dando la vida por los hombres, desvelándonos el sentido de las Escrituras. Nos ayuda a hacer buena memoria de lo vivido con Él, pero no como algo pasivo, de simple recuerdo, sino como algo que se actualiza constantemente y nos empuja y acompaña en nuestra peregrinación por este mundo.

El segundo cometido del Espíritu Santo es ayudarnos a saber leer la realidad, la actualidad, el hoy de nuestro vivir. Todos hemos leído alguna vez el libro del Apocalipsis. Por su lenguaje, extraño para nosotros, nos parece un libro enigmático, pues está lleno de símbolos que se nos escapan en su significado, hasta que descubrimos que son como unas “gafas” que nos permiten leer el hoy de la condición cristiana. El Espíritu Santo revela a cada generación en qué consiste la vida del creyente, advirtiendo de las dificultades y combates propios que experimentan aquellos que se han adherido con confianza al que ha vencido a la Muerte y al Mentiroso. Seguros de la victoria obtenida, aunque no del todo alcanzada, nos podemos enfrentar a cualquier circunstancia humana desde la esperanza.

El Espíritu Santo nos confirma en la fe, pues nos conforta en los momentos, por los que es necesario pasar, de desmoronamiento de nuestras propias seguridades para que ésta sea auténtica. Es entonces cuando descansamos en la promesa de Cristo, de que no estamos solos. Para creer y conocer de verdad, se debe hacer el duelo de la propia seguridad. El amor profesado a Cristo y la fe en Él no son un fin en sí mismo, sino que nos permite descubrir el verdadero rostro de Dios.

 

Una de las experiencias que tuvieron los discípulos cuando Jesús “desapareció de su vista” es que les entraron dudas y vacilaciones.

 

¿Qué hemos de hacer ahora?

¿Cómo vamos a relacionarnos con Jesús?

¿Cómo hemos de contestar ante tantas vivencias adversas?

 

Bien, también pueden ser nuestras preguntas, nuestras dudas o vacilaciones.

Tal vez un ejemplo nos pueda ayudar. Todos hemos ido a la escuela y hemos tenido un maestro, La mayoría hemos acudido a la Universidad para cursar unos estudios que nos permitiesen ejercer una profesión. Una vez finalizados nuestros estudios nos hemos enfrentado a la realidad desde lo que nuestros maestros nos han podido transmitir. Pero llega un momento en que nos vemos solos ante el reto de la vida, del trabajo, de las decisiones. Es ocasión para que comprobemos que lo recibido en la formación nos da criterio para saber responder a las cuestiones que se nos plantean y tomar decisiones acertadas. Si el resultado es positivo nos llena de alegría y agradecemos lo recibido.

A nadie se le ocurriría ir cada vez al maestro o profesor para que nos resuelva las dificultades con las que nos encontramos. Pues bien, nuestra relación con Jesús capacita, con la iluminación del Espíritu Santo, para que, como adultos, podamos afrontar el reto de la vida y comprobar que lo recibido del “Maestro” ha sido estupendo y valioso. No nos ha defraudado. No estoy solo, sé de quién me puedo fiar. Disculpad la comparación, pero tener el Espíritu Santo es como estar en la “Formación Permanente”, continúa.

Vamos terminando. En este curso que acaba hemos sido acompañados como lema “Tú eres mi Hijo amado”. Volviendo a nuestra agenda, en sus primeras páginas, cuando quiere dar razón del lema, leemos el evangelio de Marcos que dice; “Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacía él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos ¡Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco!”

Hoy esta voz suena para nosotros, el Espíritu Santo baja a nosotros y escuchamos: ¡Somos hijos amados de Dios! A lo largo del curso hemos querido acompañar esta experiencia. No sabemos si hemos sido idóneos guías, pero ahora toca confirmarlo por vuestra parte y, ojalá fuese posible, nos contaseis cómo os ha ido por el camino.

Desde la Fundación os deseamos, con todo lo que de incierto supone, un dichoso final de curso y gozoso tiempo de descanso estival con vuestras familias. ¡Nos lo merecemos! ¡No!

Un abrazo, feliz verano.

 

CHRISTUS VIVIT

 

Las frases que hemos escogido para este mes de junio de la Encíclica Christus Vivit están directamente relacionadas con el mensaje de amor que Dios nos anuncia.

En este tiempo estival, recordemos nuestra fe y sigámosla nutriendo con los sacramentos y la Eucaristía.

 

ChC, 130. Donde están el Padre y Jesucristo, también está el Espíritu Santo. Es Él quien está detrás, es Él quien prepara y abre los corazones para que reciban ese anuncio, es Él quien mantiene viva esa experiencia de salvación, es Él quien te ayudará a crecer en esa alegría si lo dejas actuar. El Espíritu Santo llena el corazón de Cristo resucitado y desde allí se derrama en tu vida como un manantial. Y cuando lo recibes, el Espíritu Santo te hace entrar cada vez más en el corazón de Cristo para que te llenes siempre más de su amor, de su luz y de su fuerza.

 

ChC, 131. Invoca cada día al Espíritu Santo, para que renueve constantemente en ti la experiencia del gran anuncio. ¿Por qué no? No te pierdes nada y Él puede cambiar tu vida, puede iluminarla y darle un rumbo mejor. No te mutila, no te quita nada, sino que te ayuda a encontrar lo que necesitas de la mejor manera. ¿Necesitas amor? No lo encontrarás en el desenfreno, usando a los demás, poseyendo a otros o dominándolos. Lo hallarás de una manera que verdaderamente te hará feliz ¿Buscas intensidad? No la vivirás acumulando objetos, gastando dinero, corriendo desesperado detrás de cosas de este mundo. Llegará de una forma mucho más bella y satisfactoria si te dejas impulsar por el Espíritu Santo.

 

ChC, 132. ¿Buscas pasión? Como dice ese bello poema: ¡Enamórate! (o déjate enamorar), porque «nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera».[70] Este amor a Dios que toma con pasión toda la vida es posible gracias al Espíritu Santo, porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).

ChC, 133. Él es el manantial de la mejor juventud. Porque el que confía en el Señor «es como un árbol plantado al borde de las aguas, que echa sus raíces en la corriente. No temerá cuando llegue el calor y su follaje estará frondoso» (Jr 17,8). Mientras «los jóvenes se cansan y se fatigan» (Is 40,30), a los que esperan confiados en el Señor «Él les renovará las fuerzas, subirán con alas de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31).

 

 

MIENTRAS TANTO EN LA AGENDA… 

 

«el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado» Rm 5,5

 

Imagínate que estás en una barca en medio del mar, cansado de remar… ¿Te gustaría que la barca avanzara sola? Para eso necesitas que sople el viento, ¡pero también tienes que levantar las velas!

Con el Espíritu Santo pasa igual. Tú puedes pedirle que venga, pero no avanzarás si no despliegas las velas de tu alma. Y eso lo consigues cuando tienes verdadero deseo de que Él te mueva.

 

Si estuvieras muy enfermo ¿cómo desearías que el médico te curara?

Si estuvieras en un incendio ¿cómo desearías que llegaran los bomberos?

Si no tienes datos ¿cuánto deseas encontrar una wifi?

Si estuvieras en la cárcel ¿cuánto desearías poder salir?

 

Y tu deseo de que te llene el Espíritu Santo ¿es así de grande?

Si lo es, bienvenido al proceso de transformación que te llevará a la mejor versión de ti.

FESTIVIDADES DE JUNIO

 

24 de junio: Natividad de San Juan Bautista

Actualmente se asocia a ir a la playa por la noche coincidiendo con el solsticio de verano, pero, aparte de celebrar el día más largo del año (el más corto será el día de Navidad) conmemoramos el nacimiento del último de los Profetas que anunció la venida de Jesús.

26 de junio: San Josemaría Escrivá.

Fue sacerdote y fundador del Opus Dei, dedicó su vida a difundir la llamada universal a la santidad. Así lo predicaba: «Allí donde están vuestras aspiraciones, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo”.

27 de junio: Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro.

Esta imagen recuerda el cuidado de la Virgen por Jesús, desde su concepción hasta su muerte, y que hoy sigue protegiendo a sus hijos que acuden a ella.

29 de junio: San Pedro y San Pablo.

Son los dos pilares de la Fe cristiana, en muchos de nuestros altares, se pueden ver en los retablos como la parte de abajo que sustenta todo.

¡Que paséis unas felices vacaciones!

Nos vemos el próximo curso

Un abrazo